El Ciervo volante (Lucanus cervus) es sin duda el más espectacular de lo coleópteros europeos. Las mandíbulas superdesarrolladas de los machos que recuerdan a las astas de los ciervos, hacen que sea muy fácil la identificación de este gran escarabajo. Las larvas saproxilófagas, que se alimentan de madera en descomposición, son auténticos sanitarios del bosque transformando la madera muerta en nutrientes para los propios árboles y otras especies vegetales. Llegan a vivir cinco años en estado larvario, casi uno en la crisálida y después de la transformación en el escarabajo que todos conocemos, solo vive unos días que los tiene muy ocupados con la lucha entre machos y la reproducción. Los expertos dicen que está en acusado declive por la desaparición de su hábitat, el bosque atlántico. Espero que esta emblemática especie nunca desaparezca y podamos seguir disfrutando de sus vuelos en los atardeceres estivales. Todo lo mejor amigos, hasta la próxima.
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