La tortuga mediterránea (Testudo hermanni), único reptil propiamente herbívoro de nuestro país, es un animal en peligro de extinción. La destrucción de sus hábitats y su popularidad como animales de compañía han reducido significativamente las poblaciones salvajes y han hecho indispensable su protección para asegurar el futuro de la especie.
Viven en la Europa meridional, en el este de España, sur de
Francia y Córcega, Italia central, meridional e islas mayores, antigua
Yugoslavia, Albania, Grecia, Bulgaria, Rumania, Turquía e Islas Jónicas.
Gravemente amenazada en la Península Ibérica, en las Islas
Baleares, su densidad es aceptable. El área de distribución actual en Cataluña
parece ser un residuo de su distribución en el pasado y en la Comunidad
Valenciana sobrevive gracias a diversos
planes reintroducción.
Las tortugas mediterráneas corren el riesgo de desaparecer
en estado salvaje sobre todo debido a factores como la agricultura mecanizada,
el uso de pesticidas, los incendios forestales, la urbanización desmedida y la
captura ilegal.
Es urgente la protección del hábitat y la persecución de la
captura y tráfico ilegales. Se precisan estudios para conocer la situación
concreta de la especie y diseñar un plan de conservación que podría incluir la
recuperación de individuos cautivos (Se calculan varios miles) y la cría en
cautividad.
La tortuga mediterránea está incluida en la Lista Roja o
Libro Rojo del IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) de especies
amenazadas de extinción, protegida por la Convención de Berna. También está
incluida en el CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de
Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) y en la directiva
1332/2005 de la Comunidad Europea, de forma que queda absolutamente prohibida
la captura de este animal.
La posesión de éstos animales por particulares está penalizada
con fuertes multas.
Las fotos las tomé al Este de la isla de Mallorca, donde se encuentra una de las poblaciones más estables de España, gracias en parte a la labor desinteresada de muchos propietarios de fincas, que desde hace muchos años las protegen y dejan campar a sus anchas por jardines y terrenos de labranza.
Desde aquí agradecer a la familia Moragues, que ha hecho de la Tortuga mediterranea el símbolo de su finca, por todo lo que he aprendido de las tortugas y por enseñarme los rincones tan maravillosos de su espectacular isla, eternamente agradecido.