Esta elegante gaviota ha pasado en los últimos años de ser casi una rareza, a una invernante habitual en la costa cantábrica. Muchas veces pasa inadvertida entre los grupos de la abundante Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus), de un tamaño similar, pero las cabecinegras se diferencian por su pico más corto y grueso, patas más largas y sobre todo por sus alas, más anchas, menos puntiagudas y las rémiges completamente blancas en los adultos. Su dorso es de un gris muy pálido y al tener las primarias totalmente blancas, hacen que en la distancia se vea una gaviota blanca plateada.
La semana pasada, en pleno temporal que dejó a casi todo el país barrido por el frío y la nieve, aprovechando una ventana de buen tiempo, me acerqué dando un paseo hasta la playa de Brazomar donde hice estas fotografías. Sabía que el sol duraría poco porque por el oeste se veía el horizonte completamente negro y avanzaba rápidamente. Bajé a las rocas para fotografiar a las cabecinegras que descansaban junto un grupo de reidoras. Comencé a disparar con una luz preciosa, pero en cuestión de dos minutos la oscuridad se me echó encima, se hizo de noche a las once de la mañana. Me dí la vuelta cuando empezó a tronar y salí corriendo, pero cuando llegue a la arena giré la cabeza para volver a ver a las gaviotas y me dije "estoy en el sitio, en el momento", un pequeño haz de luz atravesaba las nubes e iluminaba al grupo de gaviotas sobre un fondo absolutamente negro. Me acerqué y pude disparar seis veces, después se apagó la luz y el granizo casi me arranca la cámara de las manos. Llegué a casa mojado hasta los huesos, pero feliz.
Os recuerdo que podéis hacer click en las fotos para verlas a mayor tamaño.
Se aproxima tormenta a Castro-Urdiales, las gaviotas parecen estrellas.